La selección gallega sigue invicta en su etapa moderna tras empatar ayer frente a Camerún con goles que llegaron desde el punto de penalti.

La fiesta del fútbol gallego terminó de madrugada. La afición espero pacientemente por Camerún hasta cerca de las once de la noche. Cuando el pitido final debía sonar en un Balaídos repleto de colorido Amoedo Chas, el árbitro de la contienda, anunció el arranque del partido más esperando.

Pese al frío y a la tensa espera Galicia comenzó con fuerza el partido. Bien posicionada en el centro del campo y con vocación ofensiva pese a sus limitaciones. El público, ávido de calor, agradeció el guiño de atrevimiento ante un Camerún que salió reservón pero anunciando su verticalidad. Además, la azul y blanca buscó siempre la velocidad de vértigo de Jonathan Pereira en ataque.

No fue un espejismo en prometedor inicio de partido. A medida que crecía la contienda aumentaba de tamaño la dimensión del dominio de la selección gallega, que por dos ocasiones estuvo cerca de adelantarse en el marcador con un lanzamiento de Jonathan Aspas. Poco después fue el Rata quien le hizo un roto a los centrales africanos.

El ritmo infernal de los primeros minutos decayó un tanto hacia la media hora, pero siempre bajo el dominio de una Galicia que jamás rifó un balón. De hecho, Jonathan Pereira probó fortuna desde la frontal después de un buen puñado de toques en la mejor jugada combinativa de los gallegos en el primer tiempo.

Los leones indomables le tomaron el pulso al partido en la recta final del primer tiempo. Lo hicieron con la intención de contemporizar y cortar así la preponderancia en el juego de los locales. Pero de paso dejaron impronta de su verticalidad con una llegada clara que desbarató Diego López con prestancia. Poco después Tomou tuvo la mejor ocasión de los leones indomables pero su remate en plancha picado salió rozando el palo. Eran los mejores minutos de un león que comenzaba a desperezarse.

No se amilanó el tándem de seleccionadores en el descanso y todos los cambios que realizaron fueron en ataque. Cierto que hombre por hombre, pero con la misma vocación de mando del inicio del partido con Viqueira y Borja Fernández como mariscales del encuentro.

El primer aviso llegó por parte del coruñés Iago Iglesias con un zurdazo envenenado que salió rozando el palo. El golpe provocó la ola en el graderío de Balaídos que poco después vivió un susto mayúsculo cuando Tomou cayó en el área tres un forcejeo con Jonathan Aspas.

Para entonces Camerún había subido una marcha su intensidad y el partido se había convertido en una cita de ida y vuelta. Poco después Camerún lo intentó con una volea de Song que salió por encima del portal de Roberto González.

Pero la balanza se decantó de lado irmandiño en una falta indirecta que señaló el colegiado dentro del área. El encargado de lanzarla fue Roberto Trashorras y cuando el balón se iba a colar en la portería lo salvó un el camerunés Job con sus manos, con el consiguiente penalti y expulsión.

La pena máxima la transformó el representante del líder de la Segunda División, Julio Álvarez, superando a un especialista en detener lanzamientos desde los once metros como es el meta del Espanyol Kameni.

A pesar de la superioridad numérica de los gallegos, los leones indomables no se dieron por vencidos y a base de su gran fondo físico trataron de buscar el gol, que llegó también en el lanzamiento de un penalti cometido por el deportivista Piscu al cortar con la mano un pase dentro del área. El capitán camerunés Song fue el encargado de batir a Queco Piña, que acababa que entrar en el terreno de juego como tercer portero gallego.